¿Águila o sol?

El Arrancadero
Eugenio Riveroll.
Mayo 21, 2024
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Cada vez que se lanza una moneda al aire existe un 50/50 de probabilidad que caiga de una u otra cara.  Al dirigir una empresa, un departamento o un proceso, podríamos tomar la opción de dejar las cosas a la suerte, aunque definitivamente, no es lo ideal. Si las decisiones y acciones se hacen bien, las probabilidades de éxito son mayores. 

El ejemplar empresario Don Antonio Ariza afirmaba “cuanto más trabajo, más suerte tengo”; el famoso consultor austriaco, Peter Drucker decía que “la mejor forma de predecir tu futuro, es construyéndolo” y permíteme compartir una de mis favoritas: “el único lugar en el que éxito aparece antes que trabajo, es en el diccionario” de Harvey Spencer, personaje sui generis de la serie “Suits”.

Con este antecedente abordo el tema de esta colaboración y que se refiere a la adopción de lo que se conoce como “las mejores prácticas para los negocios” y que tienen como propósito que la ejecución de los procesos sean predecibles en términos de eficiencia, efectividad, calidad y acordes con el modelo de negocio que haya decidido adoptar tu empresa y la cadena a la que perteneces. No son “recetas”, son lineamientos.

Las mejores prácticas son dictadas por asociaciones de expertos especializados en definir las reglas de los modelos de negocio sin que lo anterior impida un “toque” personalizado o “tropicalizado” en ciertas áreas. 

En lo particular y dado que tuve mucha focalización en la industria de manufactura, tuve gran interacción con APICS (Asociación dedicada a dictar las mejores prácticas en planeación y ejecución de la producción y su consecuente relación con la administración de inventarios), obteniendo siempre mucho conocimiento de valor aplicable a las empresas de ese sector.

También me tocó vivir como surgían o se “redefinían” las regulaciones particulares de cada industria que influían en la definición de las “mejores prácticas”, como el caso del MMOG en la industria automotriz o de la FDA en alimentos, bebidas y farmacéuticos.

En estos casos, el recurso de tecnologías de la información siempre influía en la ejecución de las mejores prácticas, como una herramienta de ayuda o mejora en la gestión. Hoy sigue siendo igual, aunque con nuevas y diferentes tecnologías como las de la Industria 4.0, tales como Block Chain, Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial, Aprendizaje de Máquinas (“Machine Learning”) o “Big Data”.  No en todos los casos son indispensables ni aplicables a todas las empresas, ni a todos sus procesos, pero sí pueden ser parte de la mejora continua del proceso de evolución empresarial en el tiempo.

En fin, lo que quiero resaltar es la responsabilidad que tienen las empresas y los empresarios al dirigir sus empresas, para cumplir con las exigencias del mercado al que atienden, las regulaciones gubernamentales o de la cadena de valor a la que pertenecen, además de los requisitos “por default” en cuanto entregas en tiempo y forma de sus productos, servicios e información compartida que como eslabones de una cadena tienen la obligación de hacer.  Todo esto conforma estas llamadas mejores prácticas.

Ser seleccionado para participar en una cadena no es un “cheque en blanco”. Mantenerse en una cadena tampoco, como tampoco que tu empresa pueda crecer en “peso específico” dentro de la misma. Esto aplica a cualquier industria, y también a cadenas globales que aparecerán (espero), con el “nearshoring”.

Implementar mejores prácticas, el uso de herramientas tecnológicas, contar con personal capacitado, acatar las reglas, y cumplir oportunamente con tu parte en cuanto a la toma de decisiones asertivas, te garantizará seguir siendo parte de la “alineación titular” en tu cadena al tener una empresa con procesos predictivos. No pidas águila o sol, no dejes el futuro al azar.

“Deja de decir más tarde, sabes que no lo harás. Hazlo o decide no hacerlo.” Chris Brogan 

 

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