Confrontación vs. manipulación en el trabajo

El lado humano de la industria
Lilia Jasso.
Febrero 21, 2024
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“Me hizo enojar”, “Mira lo que me hizo hacer”, “Mi jefe me manipula”, “No me toman en cuenta”, etc., estas podrían ser frases que todos hemos dicho en algún momento de nuestras vidas, también en el ámbito laboral. Si en un campo debemos ser expertos, es en el campo del conocimiento de nosotros mismos, por lo que, al comunicar nuestras emociones como el efecto secundario del comportamiento de terceras personas, evitamos hacernos responsables de ellas. 

“Me enojé”, “Lo hice”, “Me enojan ciertos comportamientos de mi jefe”, “No me hago notar y no pido la atención que merezco”, etc., en contraste, estas podrían ser frases con las que comencemos a reconocer el verdadero problema; que hay comportamientos que no nos gustan, nos desagradan o enojan y que, en principio, necesitan acción, para lograr su cambio, parcial o definitivo.  

Una de las herramientas que tenemos para cultivar mejores relaciones con nosotros mismos y con los demás, es la confrontación. Incomprendida y rechazada por muchos, la confrontación, más allá de ser una manera violenta de abordar ciertas conversaciones, es una manera de reducir las diferencias, mejorar la comunicación, reconocer nuestros límites, conocer los limites del otro y construir amistades auténticas. 

Si las conductas erráticas de ciertas personas nos causan molestia, no hay mejor manera de reducirlas, de otra forma, nuestro silencio, nuestro comportamiento pasivo-agresivo, nuestra indiferencia o dejar pasar los hechos, solo nos llevan a reforzar esas conductas que poco a poco se van acumulando en nuestro sistema emocional, convirtiéndose en una bomba de tiempo. 

 

Respeto y comunicación

Siendo la confrontación una manera directa de expresar nuestras emociones, debe ser iniciada hablando de lo que mejor conocemos: nuestras emociones, seguida del comportamiento específico que nos gustaría que el otro observara, reconociera o cambiara, para, finalmente, tras correr el riesgo de la reacción de la otra persona, porque nunca es sencillo escuchar lo que otras personas no disfrutan en nuestros comportamientos, establecer propuestas de nuevas actitudes, acuerdos y vínculos con los que se refuerce la estabilidad de la relación y el entusiasmo por fortalecer los lazos. En todos los casos, el abordaje debe ser respetuoso y cumplir con el objetivo de comunicar nuestras emociones con la mayor claridad posible. 

 

El que no confronta, manipula

En las organizaciones es necesaria la confrontación, como en cualquier otro sistema, ya sea la familia, grupos de amigos, parejas, etc. Una persona que tiene una sana relación con sus límites personales inevitablemente encontrará la manera de confrontar y no de manipular. En el camino del liderazgo, para los ejecutivos de Recursos Humanos, así como para los Gerentes, es importante reconocer que la confrontación debe ser un ingrediente presente en las dinámicas de los equipos de trabajo, ejerciendo el ejercicio como un miembro más del equipo, logrando que cada uno de los integrantes se muestre de forma más auténtica. 

Si la confrontación no se hace presente, la manipulación aparece como herramienta de persuasión, desinformación, o presión para que ciertas situaciones cambien de dirección o simplemente para evitar abordar la existencia de un comportamiento inapropiado. Presentar versiones de la verdad, visiones sesgadas de la realidad o simplemente modificar la información con intereses ocultos, son formas de manipular y nunca se acercan al resultado buscado, la integración auténtica y armoniosa de las personas para conseguir un objetivo en común. 

La confrontación es una gran oportunidad para lograr el desarrollo de los equipos, de las personas y de una versión más auténtica de quienes somos. Una persona confiable, sabe confrontarse y no tiene miedo a iniciar conversaciones incómodas, el verdadero líder propicia la sana confrontación entre los miembros del equipo y genera confianza, evitando en todo momento la manipulación. 

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