¿Cómo vamos con la brecha salarial?

Bitácora del clúster
Yoelle Rojas.
Abril 05, 2024
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Sin lugar a duda, hemos presenciado un aumento notable en la participación de las mujeres en una amplia gama de sectores industriales en las últimas décadas. Mientras más mujeres han ingresado a las distintas industrias en México, se ha enriquecido la fuerza laboral con diversas perspectivas y habilidades. 

Sin embargo, si revisamos los datos del Banco Mundial en los últimos 30 años parece que nos hemos estancado en el porcentaje de mujeres empleadas en la industria, pues mientras en 1992 el 18% de las personas que trabajaban en la industria eran mujeres, para 2022 ese porcentaje se convirtió en 17%. Esos datos oficiales, que provienen de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), nos hacen reflexionar sobre si realmente estamos avanzando en materia de equidad. 

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) brinda un panorama más optimista, pues de acuerdo a sus estudios, 3 de cada 10 puestos en la manufactura mexicana son ocupados por mujeres. Lo cual coincide con las mediciones más recientes del CLELAC, que muestra un 32% de participación femenina solo en la producción de electrodomésticos. 

A pesar de estos avances, aún enfrentamos desafíos significativos. Aunque las mujeres hemos logrado una mayor participación laboral, la brecha salarial de género sigue siendo una realidad en muchas industrias. Las mujeres siguen ganando, en promedio, menos que sus colegas masculinos por trabajos similares. 

Sin contar que las mujeres son las más expuestas a trabajos no remunerados como la crianza de los hijos y tareas del hogar. Según datos del INEGI en 2021, las mujeres aportaron a su hogar, en promedio, el equivalente a 71,524 pesos por su trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados. Mientras que cada hombre realizó actividades similares equivalentes a 28,831 pesos. 

De acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género 2022 publicado por el Foro Económico Mundial, por cada 100 pesos que percibe mensualmente un hombre, una mujer gana 86 pesos. Aunque sí vale la pena reconocer que según este índice México avanzó tres posiciones con respecto al año anterior. El país se ubica en el lugar 31 a escala global, de un total de 146 países, con 76.4 puntos de 100, y ocupa la cuarta posición en la región de América Latina y el Caribe (ALC). 

Otro gran desafío es el aumento de la representación de las mujeres en roles directivos. Y es que, a pesar de los avances, las mujeres siguen subrepresentadas en roles de liderazgo y toma de decisiones en la industria. Es crucial promover una mayor diversidad de género en los niveles directivos para aprovechar todo el potencial de talento disponible. Hoy en México la participación de mujeres en el sector manufacturero se concentra principalmente en puestos auxiliares y operativos, con un 55%.

El IMCO destaca que solo 9% de los puestos directivos en las organizaciones manufactureras son ocupados por mujeres. Parece un nivel muy bajo, sin embargo, el sector de telecomunicaciones no registra ni el 1%, mientras que el listado lo encabeza el sector de servicios públicos, con 33% de mujeres en puestos directivos.

Desde nuestra trinchera, en el CLELAC, me siento orgullosa de liderar un equipo conformado por 67% de mujeres. No se trata de cubrir cuotas de género solamente; contar con mujeres en el equipo enriquece, pues se ha demostrado que las mujeres pueden contribuir con sus diversas experiencias, conocimientos y perspectivas a generar soluciones creativas y efectivas a los problemas, lo que repercute en una mayor innovación y desarrollo científico y tecnológico, muy importante en una industria tan competitiva como la de los electrodomésticos, que dicho sea de paso, la de México es la quinta más importante del mundo.

En definitiva, a pesar de los avances logrados, queda trabajo por hacer para abordar los desafíos persistentes y crear un entorno laboral verdaderamente equitativo para las mujeres en la industria. Es fundamental implementar políticas y programas que fomenten la igualdad de oportunidades, el desarrollo profesional y el equilibrio entre trabajo y vida personal.

La participación de la mujer en la industria es un pilar fundamental para el progreso económico y social. Brindar herramientas, capacitación y políticas públicas de cuidados de los hijos, es esencial para un mundo laboral más justo y diverso.

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