Cuando se conduce un automóvil para ir de un destino a otro, sabemos que vamos en la dirección correcta, al guiarnos por los nombres de las calles y siguiendo sus sentidos o utilizando el GPS y, eventualmente, llegaremos al lugar de nuestro objetivo.
En las empresas es común observar a altos ejecutivos que piensan que todos sus empleados van en la misma dirección, simplemente porque los ven entrar y salir todos los días de las instalaciones, siguen las políticas y asumen que todos están trabajando en los mismos objetivos, sin verificarlo a profundidad.
Es posible que el rumbo que sigue una empresa se parezca más a un bote de remos sobre el agua navegando en círculos o yendo de un punto a otro arrojado por la fuerza del viento sin que se llegue al destino que es el objetivo.
Lo anterior sucede porque los empleados están remando en todas direcciones, a pesar de que piensen que van al mismo lugar o porque algunos dejaron de remar.
Por ello, podemos encontrar situaciones en las que existen departamentos que toman decisiones sin considerar a otros con los que tienen que interactuar, como ejemplos tenemos: Que el almacén tenga en existencia menos materia prima de la que necesitan para hacer más producto, porque al departamento de compras no le informaron que el cliente hizo un requerimiento mayor. Otro ejemplo es que a recursos humanos y al departamento legal no se les haya pedido, por parte de finanzas o de la dirección, su punto de vista sobre el incremento salarial del próximo contrato colectivo, y consecuentemente, no se pueda llevar a cabo la negociación porque no se tomaron en cuenta factores relevantes de la situación colectiva.
En estos tiempos en que se vive un individualismo profundo respecto al mundo que nos rodea, en el que, además, los dispositivos electrónicos son prioritarios sobre las relaciones personales, es necesario cambiar algunos esquemas para fomentar el trabajo en equipo, enfocados en una misma dirección.
Algunas acciones pueden ser desde pedir a todos los asistentes (especialmente si hay participantes de diferentes departamentos) una reunión de trabajo en la cual no enciendan sus laptops y mantengan su atención en la persona o personas que estén haciendo uso de la voz. La atención en el otro, resalta la importancia de cada rol en la operación de un negocio, y permite a cada empleado entender que se necesitan unos a otros para lograr objetivos.
Otra situación que puede ocurrir es que no haya armonía, cordialidad ni asertividad entre las cabezas de la organización y, por consecuencia, tampoco entre los empleados de la empresa que integran esos equipos.
También hay que considerar que puede haber altos ejecutivos que no tengan química entre ellos, es decir, no se entienden, tienen formas de pensar distintas, y tal vez, sin ser intencional, puede provocar que esa misma falta de entendimiento haga que los equipos de trabajo no se integren, y cada uno tome decisiones por separado.
Es natural que existan conflictos entre las personas y por supuesto, entre empleados, pero ayudar a diluirlos incrementa las posibilidades de alinearlos para que todos remen en la misma dirección.
Desde nuestra posición de abogado, cuando se recibe un caso laboral, se dará respuesta y un soporte para encontrar una solución legal, pero con solo conversar con las partes y revisar el expediente, se puede advertir que la situación estaba lejos de que las personas involucradas estuvieran remando juntas o que al menos lo hubieran intentado. Por ello, aunque el caso se resuelva legalmente, es muy posible que se repitan situaciones similares, y por ende comprobar que los equipos de trabajo no están remando en la misma dirección.
Por esa razón, si en las empresas se pone énfasis en el tono humano, en interesarnos en los otros compañeros de trabajo, en liderar equipos que quieran remar juntos, podrá mantenerse el rumbo correcto. Lo anterior, no sucederá mágicamente, si desde la cúpula de la organización no se impulsa una cultura que cuente con herramientas, mecanismos de incentivos para trabajar juntos y se motive a los empleados para comprometerse a remar al mismo ritmo y en la misma dirección.