En México, la industria de impresión 3D o manufactura aditiva se encuentra en pleno crecimiento; las posibilidades de la tecnología se siguen multiplicando. Actualmente, se trabaja en hacer más eficientes algunos procesos con la creación de piezas y herramientas a precios cada vez más asequibles, lo que ayuda a mejorar los procesos productivos a la vez que se reducen los costos.
Sin duda, luego del boom de publicidad que recibió la impresión 3D en sus inicios, el desarrollo de los servicios de impresión parece haberse estancado en el objetivo de hacernos la vida más fácil con la creación "instantánea” de herramientas y otras soluciones en la comodidad de los hogares. Pero esta idea está lejos de ser cierta en el rubro industrial.
De acuerdo con Sebastián Romo, consultor especialista en manufactura aditiva, esta industria dio sus primeros pasos en México en 2004, pero a partir del 2014 empezó a evolucionar, mostrando repunte que permitió la introducción de los primeros centros de impresión industrial (con entre cinco y 10 máquinas en producción).
Y fue en la pandemia que este tipo de tecnología mostró su verdadero potencial. Hoy en día, se producen desde autopartes, pasando por materiales para lanzamientos de productos y hasta piezas aeroespaciales.
Dijo que, actualmente en México, el 70% empresas cuentan con una impresora 3D, pero solo el 10% la están aplicando para soluciones industriales. “En México, las OEM al menos cuentan con una impresora 3D profesional”.
“Ese es el punto de inflexión que estamos a punto de ver en la industria. Es decir, que se necesita trabajar en la creación de procesos de producción estandarizados, como la innovación de piezas ya ensambladas”.
Algunos proyectos ya están haciendo avances al respecto, como la automotriz Ford en Estados Unidos (con su laboratorio de impresión 3D aplicado a soluciones industriales) y la industria aeroespacial queretana, donde incluso se fabrican los inyectores de combustible de una turbina.
“Marcas de lujo o de mercados específicos, como los autos eléctricos ya están empezando a utilizar piezas de impresión 3D en sus procesos de producción”.
Estos son sólo los ejemplos más destacados. En arquitectura, odontología, diseño y otros rubros, la tecnología de impresión 3D ya permite la creación de prototipos de alta calidad, resistencia y a precios competitivos para probarlos en entornos finales, con una calidad visual (texturas, transparencias, colores) que facilita cortar muchos pasos del proceso productivo.
Es esta consolidación lograda en los últimos años es la que permite asegurar que la impresión 3D es ya una realidad en el país y, asimismo, augurar que el futuro será uno de logros y beneficios.
De acuerdo con Romo, hoy la industria de impresión 3D vale más de 18 billones y para el 2026 se pronostica que tendrá un valor de alrededor de 45 billones de dólares.
Algunos de los primeros avances que podremos ver son centros de manufactura con 30-40 máquinas con capacidad para producir decenas de miles de partes al mes, una transición a materiales más resistentes como polímeros y cerámicas, e impresoras con mayor capacidad de producción, más eficientes en el uso de materiales y por supuesto más baratas.
“Hoy, las empresas están fabricando piezas en 3D: brackets, partes de asientos, de volante y de tableros, ya hay una variedad de partes con volúmenes de unos cuantos miles al año, pero lo interesante es que empieza a hablar de decenas de miles y seguirá creciendo hasta que se vuelva muy relevante fabricar con esta tecnología”, concluyó.