Desde hace varios años ha
existido la obligación de expedir comprobantes fiscales (facturas) por los
actos o actividades que realicen los contribuyentes.
A
través del tiempo, las facturas han tenido que reunir diferentes requisitos,
hasta el 2010 las facturas debían ser impresas por establecimientos autorizados
por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) con vigencia de dos años;
sin embargo, bajo este esquema, las autoridades fiscales se encontraban con
problemas al momento de fiscalizar, al tener que revisar la información de
forma documental.
Por ello, a partir del 2011,
se introdujo la obligación de emitir comprobantes fiscales digitales (CFD); estos se podían emitir por medios propios o a través de un proveedor autorizado
por el SAT; así las cosas, en 2014 cambia la obligación a la expedición del
llamado Comprobante Fiscal Digital por Internet (CFDI), el cual únicamente se
puede generar a través de Proveedores Autorizados de Certificación o a través
de la página de Internet del SAT.
Con la migración del esquema
impreso al esquema digital, el SAT incrementó de manera considerable la forma
de fiscalizar, volviéndose más fácil detectar operaciones simuladas o
inexistentes y facilitando la obtención de información como parte del
cumplimiento de obligaciones fiscales.
Además, a partir de 2018
entrará en vigor la nueva versión de la factura (3.3), con la cual el SAT está
buscando mejorar la calidad de la información que se obtiene en la emisión de
la factura y sobre todo busca eliminar prácticas indebidas y errores que
cometían algunos contribuyentes, a través de la implementación de nuevos
catálogos, reglas de validación de las facturas, información del uso que el
receptor le dará al comprobante e identificación del momento en que se cobran
las facturas emitidas (complemento de recepción de pagos vigente a partir de
marzo 2018); también se busca evitar cancelaciones indebidas de facturas.
En pocas palabras, el SAT
tiene como objetivo no solo predeterminar el ISR, sino también contar con la
información adecuada para calcular el IVA de los contribuyentes.
Por último, recomendamos
conocer la nueva versión de los comprobantes fiscales (CFDI), medir el impacto
y capacitar al personal de las empresas e incluso buscar ayuda de asesores
calificados que contribuyan a la implementación de estos cambios.