El principal objetivo de cualquier estrategia de transformación empresarial es la optimización operativa, una labor que en gran medida está centrada en incentivar la colaboración, unificar procesos y modernizar sistemas. Sin embargo, uno de los obstáculos más grandes radica en la desconexión: de personas, equipos o tecnologías.
Firmas como Calidra, empresa mexicana dedicada a la producción de materiales para construcción, han aprovechado este tipo de modelos para generar un cambio profundo, tanto en sus operaciones como en su modelo de negocio.
Partiendo de la necesidad de unificar su capital de datos, impulsar la eficiencia operativa reducir costos y abrir nuevas oportunidades de crecimiento, la organización migró a la nube, virtualizando sus activos empresariales; tras este paso, integraron procesamiento y administración de datos Synapse Analytics y Data Lake, obteniendo mayor visibilidad y control de su información empresarial y como aprovecharla mejor.
Al optar por esquemas operativos dónde los datos brindan mayor visibilidad y predictibilidad, los negocios pueden obtener una mejor gestión de accesos y políticas de confidencialidad, algo que permitió a la compañía de construcción adoptar aplicaciones de negocio que le ayudaron a homologar la administración de su cadena de suministro, desde el inventario hasta la distribución.
Sin embargo, esta visión integrada sigue siendo la excepción, no la regla. Si bien se estima que gran parte de las compañías alrededor del mundo han implementado alguna forma de transformación digital, pocas son las que han completado una implementación transversal de la tecnología.
Los despliegues parciales también pueden tener como consecuencia la creación de ambientes de TI heterogéneos, con soluciones no compatibles o que agregan pasos innecesarios a los procesos, entorpeciendo el flujo de la compañía.
Tal situación no pasa desapercibida para las esferas de liderazgo donde, de acuerdo con información de PwC, los CEOs han declarado percibir ineficiencias en diferentes actividades, desde reuniones de toma de decisiones hasta correos electrónicos, considerando que aproximadamente el 40% del tiempo dedicado a estas tareas es desperdiciado.
Esto puede representar pérdidas de productividad equivalentes a 10 mil millones de dólares para los negocios que enfrentan dichas dificultades. Partiendo de esta problemática, la unificación operativa puede abordarse desde tres perspectivas:
1. Personas – La fuerza laboral actual es una de las más diversas en la historia, involucrando talento de diferentes contextos, ideologías y generaciones. Sin embargo, esto también implica la necesidad de capacitar al personal para atender los retos tecnológicos, haciendo imperativo contar con materiales y sesiones didácticas que ayuden a nivelar la forma en que interactúan con las soluciones.
2. Sistemas – Pese a que una digitalización escalonada puede ser más amigable con el presupuesto, su establecimiento en etapas puede también generar desconexiones importantes entre lo que vive en el mundo virtual y lo que se ejecuta en plataformas análogas. La homologación de arquitecturas no solo permite una gestión más eficiente de los recursos, sino que también hace más fluida la colaboración y comunicación entre distintas áreas de la organización.
3. Procesos – Intrínsecamente la transformación digital representa un cambio cultural, por lo que gran parte de su éxito radica en la actualización y creación de políticas y modelos de trabajo efectivos. En la medida que estos abarquen las diferentes aristas de la empresa, la tecnología pasará de ser un requisito para convertirse en un detonador de innovación para el negocio.
En la medida que las compañías orquesten estos factores de cambio de manera integral, podrán obtener mayores ventajas competitivas de la digitalización. Al apostar por metodologías integradas, las organizaciones no solo se vuelven más ágiles en sus procesos y flujos internos, sino que también pueden obtener resultados positivos en su rendimiento comercial.
De este modo, las empresas pueden hacer de la tecnología un facilitador que abarque una multiplicidad de aristas, impulsando las capacidades de su personal e incentivando la colaboración interdisciplinaria, permitiendo que las operaciones utilicen la información disponible para construir estrategias más ágiles y flexibles que les permitan destacarse en el mercado. Más importante aún, la digitalización tiene el poder de romper esas barreras que frenan el potencial de las organizaciones, empoderándolos para trabajar en sincronía hacia un mismo objetivo.
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