Por: Miguel Ángel Alcaráz, socio de McKinsey & Company, líder de la práctica de operaciones en México
En un entorno económico cada vez más globalizado e interconectado, el nearshoring se ha convertido en una oportunidad transformadora para las empresas que buscan reubicarse y optimizar sus operaciones, estando más cerca de sus consumidores y clientes finales. Es importante entender que estamos ante un cambio estructural en el que las disrupciones de las cadenas logísticas se han hecho muy evidentes (incluso antes del Covid-19). Estas disrupciones logísticas (por factores naturales, geopolíticos y luego la pandemia) han sido cada vez más frecuentes.
En este contexto y dada su proximidad a Estados Unidos, junto con sus competitivos costos de mano de obra y logística, disponibilidad de talento, entre otros, México ha generado interés y ganado atención por parte de empresas extranjeras que buscan recolocar sus operaciones y sus cadenas de suministros en la región.
En los últimos 18 meses, más de 100 empresas de 20 diferentes países han anunciado inversiones cercanas a los 30 billones de dólares en iniciativas relacionadas con nearshoring en México. Nuestro país puede aprovechar una ubicación privilegiada, estando entre las mejores opciones cuando se trata de relocalización y regionalización.
Una cadena de suministro preparada para el futuro debe adaptarse a las necesidades cambiantes, buscar eficiencias y reducir la dependencia de una única ubicación o proveedor. México puede proveer esas certezas a las organizaciones, pero tendrá que hacer su parte. Preparar cada vez más talento en las áreas de expertise y conocimiento que requiere el mundo, construir la infraestructura adecuada para recibir y desarrollar las inversiones, proveer certidumbre a los inversionistas, brindar seguridad para quienes se establezcan en el territorio nacional, desarrollar política industrial para madurar la base de proveeduría son algunas de las condiciones que el país debe fortalecer y comunicar si quiere tener un rol protagónico en esta oportunidad.
Desde nuestra perspectiva, existen varios jugadores que tienen que participar en el ecosistema de nearshoring. Además de las empresas globales que están haciendo el cambio de su manufactura o base de proveeduría, también vemos oportunidades para empresas mexicanas que pueden establecerse como proveedores o incluso socios comerciales de estas organizaciones. Asimismo, hay un rol importante para los gobiernos (federal y estatales) a jugar para facilitar la llegada de las empresas. Las cámaras industriales también tienen que apoyar en la coordinación para proveer la transparencia en la base de proveeduría actual en México. Por último, vemos a los fondos de capital privado como otros de los jugadores clave que tendrán oportunidades para definir inversiones en algunos de los sectores de infraestructura (por ejemplo, parques industriales, logística, comunicaciones, servicios, etcétera, que se requerirán) para hacer efectiva esta tendencia. Es necesario que todo este ecosistema funcione para capitalizar la oportunidad.
La elección de México como la opción correcta pareciera natural cuando pensamos en sus características geográficas, los acuerdos comerciales con los que cuenta, su tamaño de mercado, la experiencia en ciertas industrias clave, entre otras cosas. No obstante, si no hacemos la tarea que nos corresponde como país, la oportunidad pasará de largo. No hay tiempo que perder, esto ya está sucediendo.
MIGUEL ÁNGEL ALCARÁZ
Miguel Ángel Alcaráz, socio de McKinsey & Company y líder de la práctica de operaciones en México. Es licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y tiene una maestría en Administración de Empresas por la Escuela de Negocios de Londres.
Desde que se unió a McKinsey, en 2007, ha realizado más de una docena de evaluaciones comparativas de mejores prácticas de adquisiciones en toda América Latina para clientes de la industria automotriz, energía, bienes de consumo, banca y seguros.
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