A lo largo de los casi 15 años que he colaborado en Equipos de Trabajo
de Ingeniería de Prueba, he escuchado en varias ocasiones que la ingeniería de
Pruebas es un mal necesario, particularmente en la industria de manufactura
electrónica.
Desafortunadamente, no solo lo he escuchado de los clientes finales o
clientes internos, sino de los mismos compañeros de ingeniería de pruebas.
Existen diversas vertientes para creer esto. El común denominador descansa
en el argumento de que la ingeniería de pruebas no transforma el producto de
ningún modo, es decir, la tarjeta electrónica sale de la estación de prueba tal
cual entró. Basado en este razonamiento, pareciera que resulta más un gasto y
no una inversión.
Sin embargo, existimos quienes sabemos que el valor que agrega la
ingeniería de pruebas a un producto es muy alto, a pesar de que ese valor sea
difícil de conceptualizar puesto que no se ve a simple vista. No se percibe tan
fácilmente como un robot colaborativo en funcionamiento, una línea automatizada
o una SMT trabajando.
A los representantes de esta especialidad corresponde el reto de
posicionar a la disciplina en su correcta dimensión de trascendencia.
Y es que la ingeniería de pruebas nace para garantizar la calidad de
los dispositivos producidos en las grandes plantas de manufactura; en el poco
tiempo que se tiene el producto en planta, esta área es la encargada de
asegurarse que la pieza se encuentra eléctrica y funcionalmente bien.
Su trascendencia radica entonces en los retos que enfrenta, así como
los que enfrentará dentro de las megatendencias como IoT, industria 4.0, 5G,
etc., debiendo adaptarse al flexible, global y cada vez más corto “Product Life
Cycle”.
Por otra parte, como cualquier inversión debe ser juzgada por el valor
que agrega. Entendiendo valor como la diferencia entre lo que cuesta un
servicio en el mercado contra el valor que representa no tenerlo, siempre será
una buena fórmula para el éxito tener soluciones, equipos y personas talentosas
en el área de ingeniería de pruebas.
Trasciende, finalmente, gracias a su gente, ya que quienes laboran bajo
esta disciplina son héroes sin capa, sin exagerar. Son personas totalmente
apasionadas a su trabajo: técnicamente la labor que ejercen es compleja y demandante,
además de que deben desarrollar muchas habilidades soft, ya que su día a
día es tender puentes entre R&D y manufactura.
Resulta complicado entonces asociar esta disciplina a un “mal
necesario”. ¿Qué opinas al respecto?