La hazaña que logró Bertrand Piccard con
su equipo de construir un avión operado exclusivamente con energía solar y
capaz de circunvalar la tierra en el 2016 fue posible gracias a la eficiencia
energética.
El suizo nacido en Lausana relata las
barreras que enfrentó para llevar a cabo su proyecto. Al verse confrontado con
el hecho de que con la tecnología existente los elementos fotovoltaicos no eran
posibles de lograr, decidió invertir todos sus esfuerzos en eficiencia
energética.
Materiales del avión, diseño del mismo
–donde contó con el apoyo de expertos en veleros de competencia–, utilizar
hasta el último centímetro cuadrado para colocar celdas fotovoltaicas y cientos
de detalles más, consiguió el tener una aeronave que le permitiría volar de día
y, lo realmente relevante, continuar en la noche con la energía almacenada.
Ahora, 2 años después lo vemos como algo
realizable y resulta difícil percatarse de la magnitud de lo conseguido por
Piccard.
Cuando relata su historia no deja de
recalcar que lo más importante para que su proyecto, el Solar Impulse, fuese un
éxito se debió a la eficiencia energética.
Lo mismo sucede en nuestras industrias.
Existen cientos de oportunidades para aumentar nuestra eficiencia energética,
con el objetivo de disminuir costos, pero también el minimizar la huella de
carbono.
Desgraciadamente en muchas ocasiones se
ve la energía como un costo fijo y no como lo que es un costo variable. Se
hacen esfuerzos, pero en general reditúan poco por falta de asesoramiento y
metas claras. Lo primero es fijarse un objetivo y de ahí buscar el apoyo para
lograrlo; insisto en que el contar con apoyo resulta indispensable. Por alguna
razón, quizá porque somos ingenieros, pensamos que podemos realizar todo lo que
es un craso error. El objetivo puede ser un 15% que es realizable en cualquier
industria en nuestro país. Por supuesto que una vez logrado hay que fijar una
nueva meta.
Como segundo paso el plantearse los
objetivos en un periodo de por lo menos 18 meses, menos resulta muy corto para
planear y medir. Esta última palabra es clave: sin medición no hay posibilidad
de mejora.
El tercer paso es comunicar
constantemente; que la eficiencia energética esté en la cabeza de todos y que en
sus decisiones siempre se hagan la pregunta: ¿Hay una forma de hacerlo con
menor consumo de energía? Cuando se convierte en un hábito resulta natural el
seguir en el círculo virtuoso.
Por supuesto que para esto se necesita el
apoyo de la Dirección General, pero dudo que haya alguno que diga que no le
interesa. En la mayoría de las ocasiones viene de un problema de comunicación y
de disminución de riesgos. Hay que saber cómo presentarlo y mitigar lo que
puede causar desviaciones del objetivo.
Finalmente, el acercarse a los que están
en el sector para conocer más y tomar decisiones adecuadas en los puntos
mencionados anteriormente. CONUEE, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente
de la Energía; el FIDE y la AMENEER, la Asociación Mexicana de Empresas en
Eficiencia Energética resultan grandes aliados.
Manos a la obra.