En los últimos años, el término innovación ha
tomado relevancia. Según el manual de Oslo, el motor de la innovación es la creatividad,
misma que es una habilidad que depende de muchos factores. Es también una
habilidad que se requiere para los tiempos que estamos viviendo y que serán
demandadas en los próximos años.
El Foro Económico Mundial realizó un estudio
en el que organizó las 16 habilidades del Siglo XXI. Estas se dividen en tres
categorías: basadas en literatura, en competencias y en el carácter.
Con las primeras se aplican habilidades
núcleo a tareas diarias, con las segundas se resuelven retos muy complejos y
con las terceras se adapta a ambientes muy inciertos. La creatividad se
encuentra en la segunda categoría. Lo que de manera general se percibe es que nos
estamos moviendo hacia una economía en donde lo intangible retoma cada día más
valor.
La creatividad e innovación son intangibles, al
igual que los algoritmos y procesos de pensamiento altamente complejos, como
aquellos basados en la toma de decisiones, administración de las emociones y el
pensamiento científico y/o tecnológico.
En el último caso me quiero referir sobre
todo al sector de software, un sector muy sólido en el estado de Jalisco. Los
avances científicos y tecnológicos nos impulsan hacia una economía basada en el
análisis de información. En otras palabras, una economía basada en algoritmos.
Por ejemplo, en el caso del Internet de las
Cosas el mayor valor está en el análisis de la información masiva, que se
recibe de los sensores así como el valor de la información obtenida de Facebook
o Google. Estas tendencias están siendo consideradas en el concepto de
Industria 4.0 y por extensión, Educación 4.0, Salud 4.0, etc.
Una de las consecuencias que se prevé es el
de la automatización del trabajo. En el caso de las tareas físicas, por
ejemplo, la precisión y rapidez son importantes; ambas se pueden lograr con
algoritmos de control para la automatización.
Una posible evolución y en la que ya se
perciben los primeros resultados es en la automatización de la innovación,
conocida como Cómputo Creativo. Existen robots virtuales que pintan obras,
componen música, conciben y diseñan productos y máquinas, entre otras cosas,
que si bien no lo hacen de manera perfecta, sí con la suficiente sofisticación para
sustituirnos en estas actividades si nuestra actividad cognitiva no agrega
valor.
La alternativa es hacer simbiosis con las
tecnologías emergentes para automatizar sectores industriales o industrias
completas. Esto impactará a todos los sectores productivos: las industrias que
se reconfiguren con una cultura de innovación estarán mejor preparadas para
afrontar el futuro incierto y el mayor bien serán los procesos de pensamiento
de alto valor agregado. Estos últimos serán la base de las nuevas economías.
Varios países han tomado ventaja y propuesto
estrategias nacionales de Inteligencia Artificial. Lo más valioso será que
estas estrategias se apoyen en los modelos educativos necesarios para la
industria del futuro. En conclusión, de alto orden cognitivo, no solo
intelectual, de alto valor científico
y/o tecnológico y sobre todo de alto valor social y sustentable.