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“En los últimos 15 años se ha fortalecido la gestión integral de riesgos como una disciplina transversal de las empresas, derivado del hecho de que estas pueden sufrir daños graves y hasta irreversibles”, así lo aseguró Jesús Luna, socio líder de asesoría en auditoría interna y gestión de riesgo empresarial de KPMG México.
Lo anterior lo advirtió el especialista a partir de los resultados arrojados por el estudio de Perspectivas de la Alta Dirección en México 2020, elaborado por esta firma consultora a partir de encuestas hechas a más de 1,000 directores de compañías en el país.
La pregunta ¿cuál de los siguientes riesgos representa la mayor amenaza para el crecimiento de su organización?, arrojó los siguientes resultados: 18% consideró la parte operativa como la principal amenaza, 13% la ciberseguridad, 12% el ámbito regulatorio, 11% el fiscal, 9% la cadena de suministro, 8% la parte reputacional o de marca, 7% el talento, 6% las tecnologías emergentes o disruptivas, 4%, respectivamente, las tasas de interés y el regreso al territorialismo, 3% el cambio climático y medio ambiente.
“[La gente consultada] considera que los riesgos más relevantes para sus empresas son, en primer lugar, los que afectan la operación del negocio, así como los ataques cibernéticos. En ocasiones, ambos van de la mano, pues dichos ataques llegan a implicar la interrupción de prestaciones de bienes o servicios, así como el robo de datos personales o de información estratégica o confidencial”, explicó Jesús Luna.
Sin embargo, el estudio advierte que solo la mitad de las organizaciones consultadas (54%) cuenta con un modelo estratégico que atienda estos riesgos.
“Un gran número de empresas no ha reaccionado con rapidez para implementar medidas de prevención. Solo la mitad tiene un plan en esa materia, cifra que, incluso, disminuyó con respecto al año pasado, a pesar de que las organizaciones modernas operan cada día sobre múltiples plataformas informáticas y están expuestas de manera cotidiana a ataques de intrusos, hackers, trabajadores desleales o a la pérdida de dispositivos a través de los cuales se almacena o se accede a información”, apunta el documento.
GESTIÓN DE RIESGOS
Con respecto a los tres objetivos más importantes en la adecuada gestión de riesgos, la alta dirección destacó, en el estudio, asegurar el cumplimiento regulatorio, aumentar la rentabilidad y garantizar la permanencia del negocio, entre las prioridades.
“Es relevante que el primer objetivo seleccionado sea asegurar el cumplimiento regulatorio, reconociendo la importancia que tiene observar las normas vigentes y estar preparados ante posibles cambios en la legislación fiscal, laboral, industrial o en las aplicables a cada tipo de negocios”, señaló el especialista.
“Sin duda esta perspectiva es consistente con un escenario cambiante, al cual hay que adaptarse de manera ágil para permanecer en el mercado. La rentabilidad y permanencia de la compañía son asuntos sumamente relevantes, lo que explica por qué la gestión de riesgos se ha vuelto un tema central en la agenda de la alta dirección”, concluyó Jesús Luna.
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