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¿Cómo pueden las empresas contribuir para que más personas vivan por encima de la línea del bienestar?

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El ingreso promedio total de una familia que lleva a su hijo a un bachillerato tecnológico público ronda los cinco mil pesos mensuales. Así lo indica la Encuesta Nacional de Inserción Laboral de los Egresados de la Educación Media Superior (ENILEMS). Bajo esa métrica, esa familia se encuentra por debajo de la línea del bienestar que calcula el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).


Aunado a ello, los bachilleratos técnicos registran la mayor tasa de abandono del sistema educativo. El 80% de sus egresados dependen de su red familiar para obtener un primer empleo, que usualmente consiguen en la informalidad. Y así  el ciclo de pobreza se perpetúa.


Sin embargo, las empresas pueden contribuir para resolver una problemática social con un modelo de negocios que atienda tanto sus desafíos de capital humano como sus metas de responsabilidad social corporativa. 


La teoría de cambio que propone International Youth Foundation (IYF) busca que egresados de bachilleratos tecnológicos accedan a ofertas de empleo de siete mil pesos o más en empleos formales y con seguridad social. Dicho ingreso, sumado al de sus familias, los colocaría por encima de la línea del bienestar, con la posibilidad de aspirar a formar parte de la clase media. 


Cabe señalar que en el mercado laboral existen vacantes que ofrecen entre 7 mil y 25 mil pesos mensuales para técnicos en distintas especialidades industriales. 

Por ello, es imperativo impulsar la alineación curricular y la orientación vocacional, así como fortalecer el desarrollo de habilidades específicas y capacitación por compañía o industria. Lo anterior requiere un esfuerzo conjunto entre empresas, cámaras, clústers e instituciones del sector público para incorporar a los planes de estudios esas habilidades comercializables que la industria valora y requiere. 


No se trata de reinventar la rueda, sino de mejorar sistemas de educación terminal que ya existen, y así elevar su pertinencia para algunos de los sectores más dinámicos de México, por ejemplo: automotriz, aeroespacial, manufactura, tecnologías de la información, hospitalidad y energías renovables. 


Si se alinean inversiones públicas y privadas con las oportunidades del mercado de trabajo y el desarrollo de la fuerza laboral, a partir de investigaciones basadas en evidencia empírica, se lograrán cambios sistémicos. Las empresas pueden coinvertir con el sector público para que el sistema mejore y el impacto sea mayor. 


Y es que cada vez más empresas unen sus metas de responsabilidad corporativa con sus desafíos de capital humano, al invertir recursos para el desarrollo de la gente en su entorno. De esta manera, cumplen al mismo tiempo con todos sus objetivos de negocio.


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