Con la incertidumbre que se tiene en el
comercio exterior ante los cambios que se planean hacer con el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), el organismo Basham, Ringe y Correa
presentó cuáles son las buenas prácticas y riesgos de este acuerdo.
Sergio Barajas Pérez, consultor de la
organización, explicó que está surgiendo otra vez un fenómeno que se originó en
1950, referente a la liberación comercial y el proteccionismo.
“Hoy lo volvemos a vivir porque no hemos
entendido las oportunidades en el proceso de integración económica”, dijo.
Manifestó que los bloques comerciales
internacionales permiten tener una combinación de factores que un país no tiene
y logra que los productos sean competitivos a nivel global.
El asesor de la consultora comentó que una
de las consecuencias que se derivan de una apertura comercial internacional: es
la desaparición de industrias no competitivas, la migración productiva a países
con menores costos laborales, se cambian los estereotipos proteccionistas por
liberales y se genera una inversión para mayores oportunidades.
En cuanto a las oportunidades que conlleva
esto, enfatizó que impulsa una especialización productiva por sector en cuanto
a eficiencia y competitividad, se crean bloques económicos que fortalecen la
competencia mundial, se eliminan los aranceles y obstáculos al comercio, se
genera una libre circulación de bienes; así como se disminuyen los riesgos que
generan situaciones de incertidumbre en la economía global.
Referente a la ruta de la modernización
del TLCAN, destacó que hay ciertos focos rojos en la negociación, como la
fijación del déficit comercial, rebalanceo, manipulación cambiaria.
“Los tres países que conforman este
tratado buscan una solución de controversias, quieren evitar la eliminación de
ciertos capítulos y modificaciones. Quieren evitar destruir las cadenas de
abastecimiento regional. Buscan que todos tengan un mejor comercio donde las
partes eviten las afectaciones”, declaró.
Mencionó que México tiene libre mercado
cambiario laboral, esto se refiere a que los salarios están determinados por
diferentes mecanismos y no se pueden negociar en el Acuerdo. Además, de que el
país está consciente de que no negociará una cláusula que genere incertidumbre
y afecte la economía mexicana.
Recomendó a los empresarios analizar su
actual proceso de manufactura en el país, así como su grado de integración para
conocer el impacto por el cambio de reglas de origen o la salida definitiva de
Estados Unidos.
“Es importante realizar un estudio de
costo-beneficio para que las empresas puedan balancear su cadena de suministro
y que busquen proveeduría nacional, también es muy importante que los costos y
la logística sean eficientes para convertirse en compañías competitivas”,
finalizó.