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México: La plataforma clave para fortalecer la integración automotriz de América del Norte

Columna INA
Gabriel Padilla Maya.
Diciembre 05, 2024
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En el escenario global de la industria automotriz, México se posiciona como un actor fundamental en la cadena de suministro de Norteamérica. Con más del 85% de las autopartes que producimos destinadas a la exportación, nuestra economía está íntimamente ligada a las dinámicas comerciales del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Este vínculo, construido a lo largo de décadas, no solo ha impulsado la competitividad regional, sino que ha convertido a México en la plataforma estratégica para la producción de autopartes y vehículos.

Las recientes presiones por parte de Estados Unidos para imponer medidas arancelarias a las exportaciones mexicanas, con el fin de abordar otros problemas en nuestra frontera norte, no son la solución adecuada para los desafíos que enfrentamos en el siglo XXI.

En lugar de optar por medidas proteccionistas que puedan desencadenar una guerra comercial y afecten tanto a México como a Estados Unidos, debemos apostar por una integración aún más profunda. Un bloque económico más unido permitirá a nuestros tres países enfrentar juntos los retos globales, como la transición hacia energías limpias, la digitalización de la industria, y la reconfiguración de las cadenas de suministro que está marcando la pauta en la economía global.

El comercio entre México y Estados Unidos, bajo el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), ha sido un motor fundamental para la integración económica y la competitividad en América del Norte. A lo largo de los años, este acuerdo ha permitido a nuestras industrias, particularmente la automotriz, consolidarse como una de las más dinámicas a nivel global. Las cadenas de suministro transnacionales han transformado a México en una plataforma estratégica para la producción de autopartes y vehículos, lo que nos ha permitido competir con grandes potencias como Europa y Asia.

La revisión del TMEC hacia el 2026 nos brinda una oportunidad única para fortalecer nuestra integración comercial trilateral a los desafíos actuales, como la creciente relevancia de los vehículos eléctricos (EVs), y la aplicación de las tecnologías 4.0 en los procesos de manufactura y en la próxima era de “movilidad inteligente”, impulsada por la conducción autónoma y el impacto del software y conectividad por un mayor uso intensivo de inteligencia artificial por la aplicación de semiconductores en los automóviles del futuro. Estos factores, que hace seis años apenas se vislumbraban, ahora son elementos clave que debemos considerar.

Un ejemplo de nuestra fortaleza es la especialización de las plantas. En Norteamérica, las grandes armadoras como General Motors, Ford y Stellantis han optado por dividir su producción según las ventajas de cada país: desde pickups hasta autos compactos y de lujo. De cada 10 vehículos fabricados en Norteamérica, 4 se producen en México. En este esquema, México sobresale como el eje principal para la fabricación de autopartes. De hecho, más del 90% de las autopartes que manufacturamos se destinan a los mercados estadounidense y canadiense. No solo tenemos capacidad productiva y mano de obra calificada, sino décadas de experiencia en la industria.

Las recientes inversiones en México subrayan nuestra importancia estratégica. Toyota, con 1,400 millones de dólares, y BMW, con sus proyectos en San Luis Potosí, apuestan por nuestro país como un centro de crecimiento y desarrollo. Esto no solo genera empleos, sino que también estimula las líneas de producción de las empresas de autopartes, reafirmando el papel de México como un motor clave en la región.

La captación histórica que ha tenido México de IED en autopartes del 2006 al 2024 ha sido de más de 37 mil millones de dólares de la cual el 22% es de origen de los Estados Unidos; mientras que el 90.6% de las exportaciones que se realizan desde México tienen como destino la industria terminal automotriz y del mercado de repuestos, aftermarket, de los Estados Unidos y Canadá, las cuales este año 2024 alcanzarán un valor de más de 109,740 millones de dólares.

Sin embargo, la transición hacia vehículos eléctricos plantea retos. Hace seis años, los EVs eran un tema marginal en las negociaciones comerciales. Hoy, son el presente. Este cambio obliga a nuestra industria a adaptarse rápidamente, no solo incorporando tecnologías más limpias, sino también garantizando que las reglas de origen y los estándares del T-MEC sean flexibles y competitivos para los tres países.

La industria automotriz está evolucionando hacia un modelo donde el valor no solo reside en las autopartes tradicionales, en la partes y componentes eléctricas y de electrónica que hoy representas 19.6% de la producción total de autopartes producidas en México. Sino también en la electrónica, el software y los semiconductores. Se estima que, en los próximos años, tan solo el software y sistemas de conectividad representarán hasta el 40% del valor de un automóvil. Este cambio redefine las prioridades de la cadena de suministro y exige una visión renovada de cara a la próxima revisión del TMEC prevista para el año 2026.

En este sentido, México tiene el potencial de liderar. Contamos con la infraestructura, el talento y la capacidad de adaptarnos a estándares tecnológicos y de telecomunicaciones que nos alineen con los de Estados Unidos y Canadá. Pero para lograrlo, es fundamental asegurar condiciones de competitividad que beneficien a toda la región de Norte América.

Además, es importante destacar que Estados Unidos, con una producción de 10.6 millones de autos al año, no alcanza a cubrir su demanda interna de 16 millones de vehículos. México, con su capacidad instalada, mano de obra calificada y una vasta experiencia en el sector, se presenta como el socio natural para cubrir este déficit. Si no es a través de México, estas importaciones vendrían de regiones fuera de Norteamérica, debilitando la competitividad de la región frente a otros mercados globales.

México ya ha demostrado ser un socio confiable, con una base industrial robusta y una capacidad de adaptación notable. Ahora, es momento de consolidar esa posición, asegurando que las reglas del comercio en Norteamérica fomenten la innovación, promuevan la integración regional y beneficien a los tres países.

La revisión del TMEC es una oportunidad para que México reafirme su papel como la plataforma de producción de autopartes y vehículos en Norteamérica. Nuestro país no solo aporta calidad y especialización, sino también la capacidad de adaptarse a las demandas de un mercado en constante transformación. Trabajar en conjunto con Estados Unidos y Canadá garantizará que nuestra región siga siendo competitiva, innovadora y, sobre todo, integrada. El futuro de la industria automotriz está en nuestras manos, y Norteamérica tiene todo lo necesario para liderar este cambio.

A lo largo de la historia, la cooperación y el trabajo conjunto han demostrado ser mucho más efectivos que el aislamiento y las barreras comerciales. México tiene un papel estratégico clave dentro de este esquema. Si logramos avanzar hacia una integración más robusta y orientada a la innovación, no solo consolidaremos nuestras economías, sino que podremos competir de manera más efectiva en el escenario global.

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