Hablar hoy de Norteamérica es hablar de una región que produce, innova y compite como un solo bloque. En México, esa integración no es un concepto abstracto: se vive todos los días en más de dos mil plantas automotrices que dan forma a un ecosistema productivo de clase mundial. En cada línea de ensamble, en cada laboratorio y en cada centro de ingeniería se refleja el esfuerzo de miles de personas que, con talento y visión, han hecho de esta industria un motor de desarrollo regional.
El XXIII Congreso Internacional de la Industria Automotriz de México (CIIAM 2025) nos permitió detenernos un momento para observar con claridad lo que hemos construido juntos: una industria que no solo exporta vehículos y autopartes, sino también conocimiento, talento y confianza. La competitividad de Norteamérica se sostiene en fundamentos sólidos: comercio, integración productiva, cercanía, interconectividad, empleo y reglas claras. Esa estructura mantiene a nuestra región entre las más dinámicas y resilientes del mundo.
Durante el Congreso se reafirmó una convicción compartida: el futuro industrial de México está estrechamente ligado al de Norteamérica. Nuestra competitividad depende de fortalecer los lazos regionales y de mantener una visión serena y estratégica frente a los retos que se presenten, como la revisión del T-MEC. La integración no debe verse con incertidumbre, sino como una oportunidad para reafirmar nuestra posición en las cadenas globales de valor.
Esa confianza regional ya se refleja en historias concretas. Desde hace décadas, las empresas automotrices han encontrado en México un socio confiable, innovador y altamente competitivo. Las relaciones entre fabricantes y proveedores han evolucionado hasta convertirse en verdaderas alianzas de largo plazo, basadas en la calidad, la innovación y la capacidad de adaptación del talento mexicano. La historia de la industria automotriz nacional es, en buena medida, la historia de su cadena de proveeduría.
Con esa visión, en la INA impulsamos la creación del Programa de Desarrollo de Proveedores (PDP), en colaboración con la Corporación Financiera Internacional (IFC) del Banco Mundial. Este esfuerzo busca transformar la base industrial mexicana desde su raíz, fortaleciendo especialmente a los proveedores Tier 2 y Tier 3. Durante el CIIAM, los resultados del programa mostraron cómo la cooperación, la capacitación y la adopción tecnológica pueden elevar la competitividad de todo el ecosistema automotriz.
Otro eje fundamental del Congreso fue la electromovilidad, ya no como una promesa, sino como una transición en curso. El camino hacia un futuro más sostenible implica avanzar juntos: industria, gobierno y sociedad. La transformación de flotas, el desarrollo de infraestructura de carga y la digitalización de procesos son pasos que exigen visión compartida, inversión y colaboración constante.
Al mismo tiempo, el análisis de la competitividad nacional dejó claro que los avances en empleo y atracción de inversiones deben acompañarse de mejoras en productividad, infraestructura y energía. Superar estos desafíos permitirá aprovechar plenamente el potencial del nearshoring y consolidar a México como el motor industrial de la región.
Cada edición del CIIAM reafirma el valor del diálogo entre los sectores público y privado, la academia y los organismos internacionales. Hoy, México ocupa una posición privilegiada: somos el corazón manufacturero de Norteamérica, una región que compite con Asia y Europa y que se distingue por su talento, su resiliencia y su capacidad de trabajar unida.
El reto que tenemos por delante es mantener la confianza, traducirla en proyectos concretos y continuar fortaleciendo la cadena de valor automotriz. Porque, al final, el verdadero valor del CIIAM está en eso: en reunirnos, escucharnos y seguir avanzando juntos como una sola industria y una sola región.