La nueva era de la innovación

Querétaro
Pedro Olivares Sáinz.
Septiembre 2020
Pedro Olivares Sáinz, director general AV3 Aerovisual
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El mundo que creíamos conocer, en el que basamos nuestros ideales, nuestros planes, nuestros trabajos, emprendimientos y todas nuestras aspiraciones, ya no existe. El año 2020 reclama el fin de un ciclo, y el comienzo de una nueva era. Se podría argumentar que el “Antropoceno” anuncia con estruendo su imposición como la nueva etapa de la humanidad, y nosotros, los humanos, apenas nos estamos percatando que somos los protagonistas.
Este argumento no solo se deriva de los infortunios climáticos, pandémicos y económicos por los que atravesamos y su posible relación con nuestras actividades humanas, pues la adversidad siempre ha sido una constante en nuestra historia; y es justamente lo que nos ha hecho desarrollar nuestra creatividad, guiándonos a ser creadores de la misma tecnología que hoy nos transforma fundamentalmente.
Desde los colosales avances en la genética, la inteligencia artificial o los supermateriales, hasta la exploración interplanetaria y la computación cuántica; la tecnología es la firma de la era moderna. Estamos embarcados hacia un futuro sumamente tecnificado, automatizado y analizado, que nos llevará a transformaciones más allá de nuestra comprensión actual.
Hoy más que nunca, contemplamos día con día que la transformación digital no solo es inminente, sino esencial para vislumbrar un futuro mejor para nuestra especie. Sin embargo, hay todavía muchos retos primordiales que tenemos que lograr resolver para poder asegurar que la tecnología realmente sea una herramienta evolutiva y podamos aprovecharla en el corto plazo.
Algunos de estos retos colectivos tienen que ver con las realidades geopolíticas y económicas de nuestras sociedades; y por lo tanto de sus consecuencias en la distribución de los recursos y las oportunidades. Otros retos tienen que ver con la comprensión teórica y práctica de los fundamentos científicos en los que basamos la tecnología, siendo la unificación de las teorías fundamentales, el límite de nuestras ideas. No obstante, otros grandes retos están relacionados directamente al individuo: el uso de las libertades individuales y el entendimiento de las obligaciones colectivas. Es aquí donde aquellos que no nos enfocamos ni a la geopolítica ni a la ciencia, sino al mundo empresarial, entramos en juego con una particular importancia de concebir la innovación en el contexto de la nueva era.
Los empresarios y los emprendedores, tenemos que dejar de ver la innovación como una herramienta de negocios para ofrecer nuevos productos, solucionar problemas o crear nuevas necesidades. Tenemos que comenzar a ver la innovación como una oportunidad de colaboración entre partes para mejorar aspectos fundamentales de nuestras sociedades próximas.
Es necesario hablar de colaboración cuando se hable de innovación. La transformación digital, junto con los recientes cambios derivados de la pandemia, hace imperante la necesidad de recortar las brechas educativas y de oportunidades que existen en nuestras sociedades. Aquí está el fundamento nuclear de la innovación para la nueva era; tenemos que lograr cambiar paradigmas sociales mediante la innovación. Pero esto no va a suceder mediante productos y servicios; sino mediante estructuras sociales-empresariales que favorezcan el acceso y la calidad de la educación en todos sus niveles, desde lo primario, hasta lo altamente tecnificado: Tenemos que dejar de ver los teléfonos celulares como cámaras de alta resolución y transformarlos en escuelas y universidades; dejar de ver los videojuegos como medios de entretenimiento y comenzar a verlos como herramientas de capacitación y aprendizaje. Tenemos que incorporar las economías informales mediante la implementación de plataformas digitales y reinterpretar su importancia en la sociedad. Sobre todo, tenemos que lograr transformar las teorías de la sustentabilidad en compromisos reales y actividades sociales para dotar de oportunidad a las futuras generaciones, pues son ellas las que continuarán el proceso de innovación para lo que vendrá.
Estos son tan solo algunos ejemplos de colaboraciones necesarias para que la innovación logre su cometido ante el contexto de la nueva era de la humanidad. Algunos ejemplos concretos sobre esta idea podrían ser proyectos como Singularity University (https://su.org/) o Quantic (https:// quantic.edu/), que han transformado ya elementos clásicos de colaboración y tecnología en poderosas herramientas de educación, generación de proyectos y transformación social.
No perdamos nunca de vista que somos mamíferos sociales y que nuestro éxito individual, depende del éxito colectivo. Innovación, colaboración, evolución.

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Pedro Olivares Sáinz
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