En el competido círculo empresarial en
el que convergen diversos jugadores clave de las industrias existe un
pensamiento generalizado de que el crecimiento de las compañías es unilateral,
hacia arriba, mejorando números, rentabilidad, y márgenes de ganancia. Lo
anterior es acertado, pero no enteramente.
El desarrollo de las empresas modernas,
y gracias a la transformación digital, el Internet de las Cosas, y todas las
ramificaciones que han aparecido tras su adopción, han generado que cada
industria deba expandirse, aprender de ellas mismas, de la coyuntura, y sobre
todo del entorno en el que se encuentran para hacer más con mayores recursos.
Tan solo en 2017 la economía global
ganó un impulso considerable, debido a ello, los mercados abandonaron su
filosofía de precaución y adoptaron una en pos del crecimiento. En general,
casi todos los países tuvieron un mayor crecimiento en su PIB que en años
anteriores.
Para generar este desarrollo es
importante contar con equipos capacitados, y que a la par de las empresas a las
que pertenezcan crezcan de forma paralela, como si se tratase de las ramas de
un árbol; en la industria de la manufactura quizá el eje principal que impulse
a estas es la investigación y desarrollo. En 2016, 2,751 empleados de
Freudenberg trabajaron en Investigación y Desarrollo, mientras que en 2017 ese
número aumentó a 3,445.
Nos encontramos en una época en que las
compañías buscan tecnologías y puntos de vista innovadores para impulsar y
fortalecer su innovación, procesos de optimización, administración de talento,
acciones de responsabilidad corporativa y social, los cuales, aunque
independientes en función, son paralelos a una visión empresarial, la cual debe
crecer y fortalecerse de forma congruente con lo que se deseé desarrollar a
futuro.
Y esa es la visión que cada empresa,
independientemente de la industria a la que pertenezca, debe abocarse. No se debe
crecer solo de un lado, sino fortalecer a cada uno de los elementos que los
integran y determinar su permanencia en el mercado.